Las
evitables colisiones, uno de los mayores peligros en la mar
El fondo
del mar y todos los puertos están llenos de barcos que han
atravesado por el amargo trance de una colisión, que en muchos caso
puede ser fatal para la embarcación e incluso para su tripulación.
Decía una vez cierto comandante de un buque de la Armada que todas
las reglas para prevenir los abordajes se resumen en una sola “no
chocar”. No por simple se debe dejar este corolario de lado, ya que
debe ser la máxima que debe seguir la actuación de todo buen marino
cuando está a cargo de una embarcación, sea del tipo que sea.
En la mar
se pueden producir, básicamente, dos tipos de colisiones. En primer
lugar se puede chocar contra un objeto flotante. Estas son una
tipología que resulta muy difícil de prever, especialmente en los
casos de navegación nocturna.
En segundo lugar se puede dar el caso de una colisión contra otra embarcación. Estas últimas pueden preverse y son fácilmente evitables adoptando una serie de medidas y desarrollando un buen arte de navegación. Este tipo de colisiones, a su vez tienen diversas tipologías ya que bien pueden ser contra una embarcación de recreo o contra un barco de gran tonelaje, aunque debemos reconocer que este último caso no es algo habitual, si bien alguna vez ha pasado. Cabe recordar que recientemente, en Gran Bretaña se juzgó a un patrón que durante una regata había cortado la proa de un petrolero saliendo malparado. No obstante, lo cierto es que, las consecuencias, si se produce el caso, pueden ser sumamente graves para la embarcación y sus tripulantes.
Para prevenir una colisión lo más importante es la actitud a la caña y extremar la diligencia en la navegación con cuestiones tan simples como estar pendientes del radar para detectar la aparición de un objeto en el mar, mantener los cristales limpios, no distraerse, no dormirse estando de guardia. Estas son cuestiones básicas que pueden suponer la diferencia entre chocar o no chocar, con todo lo que ello apareja.
Existen una serie de premisas que hay que tener muy presentes para prevenir el menor atisbo de una colisión. Para empezar, se debe hacer todo lo posible para ver correctamente el exterior del barco, especialmente en los días de lluvia, por la noche, etc. Ya que estas circunstancias se convierten en el peor enemigo del navegante y se debe estar atento y precavido para poder actuar con éxito frente a ellas.
En segundo lugar, todo patrón o capitán diligente debe comprobar con asiduidad todos los ángulos muertos de su barco. Además, en toda navegación, como mínimo siempre deberá permanecer una persona en cubierta al efecto de que pueda avisar con antelación de la presencia de algún contacto.
También es importante que siempre utilicemos todos los medios y posibilidades que están a bordo para ser detectados, especialmente vistos y oídos desde lejos. Nunca debemos dar por supuesto que desde una embarcación cercana ya hemos sido vistos.
Evidentemente, todas la precauciones posibles también se deben tomar en el momento de proceder a ejecutar cualquier tipo de maniobra, tanto en mar abierto como en puerto. Para ello, en el caso de que detectemos a otra embarcación se debe estimar lo más rápido que sea posible la distancia a la que se encuentra y especialmente su velocidad.
Seguidamente, y en el caso de que naveguemos a vela, procederemos, como precaución, a encender el motor de inmediato para que en el caso de que se constate la posibilidad de una colisión se tenga capacidad de maniobra para evitarla.
También es sumamente aconsejable determinar con el compás la posición del barco que hemos avistado, teniendo en cuenta la premisa de que si la demora se mantiene constante es una advertencia clara de que va a producirse una colisión. En el caso de que sea de noche, se debe comprobar mediante las luces de navegación que porta el barco avistado, el tipo de buque de que se trata y el rumbo que lleva.
Como conclusión a todo ello, nunca, bajo ninguna circunstancia se debe cortar la proa de una gran buque, es peligroso y además es una falta de respeto y consideración con el capitán del buque mayor que entre los marinos se tiene muy en cuenta y por supuesto nunca se debe subestimar su velocidad.
Se puede resumir todo lo anteriormente expuesto con esta tradicional máxima marinera: “ver para prevenir, ver para maniobrar y maniobrar para evitar”, por supuesto aunque se tenga preferencia.
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