El transporte de contenedores continuará siendo la industria
marítima crucial
Foto. Portacontenedores de MSC en operaciones.
A pesar de que la actual pandemia del coronavirus cambiará muchas cosas, el mundo del transporte marítimo de
contenedores seguirá siendo crucial para nuestra existencia cotidiana. Sin
embargo, pocas personas tienen idea de lo que sucede en alta mar
porque resulta tremendamente difícil adentrarse en el interior de
esta industria fascinante y desconocida.
Un viernes, dicen los refranes, que
ningún marinero sensato debe hacerse a la mar porque es el día de
la crucifixión y por ello, el viaje será perseguido por las
desgracias. Pero hoy ya no puede ser así, el comercio marítimo
no para en ningún momento ni bajo ninguna circunstancia, por eso
cualquier viernes, de cualquier mes del año podemos estar en un
puerto observando las maniobras de un barco gigante que zarpará en
breve con destino a cualquier puerto asiático o de cualquier otro
lugar, en viajes de más de 9.000 millas náuticas a través de las
Columnas de Hércules, el Canal de Suez, aguas infestadas de piratas
y una climatología muchas veces infernal.
Todo
en un puerto de contenedores moderno es enorme, abrumador,
asfixiante, lo es también cualquier portacontenedores cuando está
en operaciones, pero también lo son los camiones estruendosos, las
enormes cajas multicolores apiladas formando enormes torres, las
grúas pórtico descomunales que se sitúan en el muelle, con una
altura comparable a la de un edificio de 10 plantas. Casi no hay seres humanos en una
moderna terminal de contenedores, muy distinto de la época en que el
periodista inglés Henry Mayhew visitó los muelles de Londres en
1849, e hizo una de la primeras crónicas portuarias. Se encontró
con carniceros cariados y en bancarrota, maestras, maestros,
panaderos, taberneros, tenderos, soldados viejos, viejos marinos,
refugiados, abogados, empleados, secretarios, jubilados, funcionarios
y ladrones. Se han ido todos hace mucho tiempo. Las terminales hoy
podrían ser descritas como la escena de la película donde los humanos están ocultos en las grúas, camiones u
otras máquinas en medio de una enorme coreografía repleta de
ruidos.
Evidentemente,
la presencia de personas ajenas a las operaciones, tanto en los
buques como a pie de muelle no está permitida, por razones de
seguridad derivadas de convenios internacionales, pero ello
contribuye aún más al desconocimiento de esta industria y actividad
que es una de las más fundamentales para la vida y existencia diaria
de las personas. Estos buques transportan de un lugar a otro del
mundo contenedores que pertenecen a empresas que dan de comer,
proveen de ropa, calientan los hogares y proporcionan a la sociedad
moderna todos los suministros necesarios para su funcionamiento y su
existencia. Resulta muy irónico que mientras los barcos han crecido
en número y tamaño, su lugar en la imaginación de las personas se
ha reducido.
Casi
todo lo que se transporta por mar, para comprobarlo resulta
aconsejable plantearse cuando se está en cualquier lugar público el
número de prendas de vestir, de útiles diarios, de comida, de
teléfonos móviles, de libros, de telas, de combustible, entre otra
multitud de cosas, ha ido a parar a las manos de las personas que
estamos viendo después de salir de un contenedor que se ha
transportado en barco. Esta abstracción puede dar una ligera idea
del volumen de los objetos cotidianos que son transportados por mar y
por ende de la importancia del comercio marítimo.
El comercio
por vía marítima se ha cuadruplicado desde 1970 y sigue creciendo.
En 2018, en los 360 puertos comerciales de América transitaron
bienes por valor de 1,73 billones de dólares, es decir 80 veces el
valor de todo el comercio estadounidense en 1960. Hay más de 100.000
barcos en la mar que llevan todos las mercancías sólidas, líquidas
o gaseosas que necesitamos para vivir en nuestros días. Solo 6.000
de ellos son buques portacontenedores, pero compensan su
relativamente pequeño número con su enorme capacidad. El mayor
buque portacontenedores puede llevar más de 23.000 unidades. Tiene una
capacidad, por ejemplo para 746 millones de plátanos, es decir, un
plátano para cada uno de los ciudadanos europeos transportado por un
solo barco. Si los contenedores de la compañía danesa Maersk se
alinearan uno detrás de otro formarían una fila de 11 mil millas,
más de la mitad de la vuelta al mundo. Por el contrario, si se
apilasen uno encima de otro, serían 1,500 millas de alto, es decir,
7.530 veces la Torre Eiffel.