sábado, 8 de febrero de 2020


Las nuevas tecnologías ponen en peligro las profesiones náuticas

Foto. El crucero Costa Mediterránea atracando en el puerto de Palma.

La Unión Europea sigue en el desarrollo de un proyecto para gobernar los barcos prescindiendo de los marinos. Esta opción aunque pueda ser un avance tecnológico importante sólo puede plantarse como un nuevo yacimiento de empleo para los servicios en tierra y seguramente creará un montón de puestos de trabajo para ingenieros, informáticos, estudiosos y asesores varios. Podría ser algo similar a lo que sucedió en España cuando eliminaron a los radios embarcados, pero, evidentemente, perjudicará al personal embarcado, oficiales de puente y máquinas básicamente.
Lo argumentos que justifican el proyecto son dos, el primero, que gran parte de los accidentes acaecidos en la mar están provocados por errores humanos, por tanto si eliminamos el factor humano, en unos años los accidentes sólo podrán ser causados por fallos técnicos, con lo cual ya no se necesitará la figura del capitán para hacerlo responsable y el mundo marítimo se acercará más al terrestre, donde al no existir responsables, las culpas se distribuyen.
El segundo argumento es el falaz y manido sobrecoste de las tripulaciones; los nórdicos están fuera del mercado laboral de las tripulaciones del tercer mundo, pero pueden vender su tecnología y replantear el negocio marítimo desde el punto de vista terrestre, fundamentando esta inversión en tecnología en el hecho de que en estos tiempos de crisis, los barcos van más lentos (slow steaming) y eso hace más largas las campañas haciendo menos atractiva la profesión náutica, lo que lleva a carecer de marinos cualificados.
Parece ser que el proyecto pretende que con un ARPA, un FLIR, una cámara buena, el ECDIS y un técnico con un joystick en Filipinas, en la India o China, todo está arreglado y se puede prescindir del factor humano.
Por otra parte también se introducen novedades en los puertos el tema del amarre automatizado ya es una realidad y en nuestros días no es más que una cuestión de dinero.
En Port Hedland (Australia), para barcos de 300 metros de eslora, usan desde 1999 en uno de los atraques unas ventosas (MoorMaster) que han eliminado a los amarradores y los cabos, aunque siguen haciendo falta los tripulantes para arriar la escala y que pueda subir o desembarcar el práctico.
Se atraca en 20 segundos y se larga en el mismo tiempo, una vez en el sitio es cuestión de ir paralelo (dos remolcadores empujan, dos retienen ) al muelle hasta alcanzar las ventosas o apoyar la banda en las defensas, luego ellas corrigen calados y mareas, solo hay que preocuparse de largar el remolque.
La mayor parte del tráfico de Hedland es de línea regular de exportación a China o Japón, con que exista lo mismo al otro lado se pueden “ahorrar” unos cuantos marineros, aunque no es esa la idea de los australianos, en el caso de sus puertos, viene provocada por tener unos sindicatos fuertes, (como los nuestros de la estiba), y para eliminar mano de obra y dependencia optaron por este camino. En China no sucede lo mismo.
Posiblemente, en un futuro, para los remolcadores también se pueda instalar un sistema de ventosas, aunque los movimientos en mar abierto tienen poco que ver con un puerto resguardado como Hedland.
Sin embargo, el sistema no solo se extiende por las antípodas, en puertos de transbordadores como Dover, la excusa es la velocidad de operación y en otras megaterminales se opta por el sistema abiertamente para reducir el coste y las exigencias de los amarradores.

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