Foto. Hay que seguir toda una serie de precauciones y efectuar unas revisiones sistemáticas. Fuente. diariodenautica.
Entre todas las flotas de embarcaciones civiles que operan en España, la mercante, la pesquera y la de recreo, esta última es la que está más desprotegida frente a los avatares que pueden presentarse en la mar, básicamente a causa de de las pequeñas dimensiones de las embarcaciones y oír ser, generalmente, tripulada por navegantes no profesionales.
La experiencia y el ojo marinero son cualidades a veces difíciles de adquirir para muchos de los patrones de recreo ya que la mayoría de ellos navegan solamente de forma esporádica y durante pequeños periodos de tiempo.
Las estadísticas que recoge la Sociedad Estatal de Salvamento Marítimo prueban que a lo largo de los últimos tiempos entre el 60 y el 65 % de las emergencias acaecidas en la mar suger a lo largo de los cuatro meses de verano (junio, julio, agosto y septiembre).
Son emergencias estacionales al igual que sus protagonistas navegan de manera estacional. Esas estadísticas señalan que el error humano es una de las causas principales de los accidentes, seguida de los fallos mecánicos.
Asimismo, la falta del material de armamento obligatorio en las debidas condiciones operativas o bien deficientemente mantenido y manipulado agrava cualquier emergencia que pueda aparecer cuando nos hacemos a la mar.
Por ello hay que seguir toda una serie de precauciones y efectuar unas revisiones sistemáticas en los siguientes casos, antes de zarpar, durante la navegación, en los casos de emergencia y cuando se pueda poner en peligro el medio ambiente marino.
Uno de los apartados fundamentales a tener en cuenta para prevenir sustos navegando es la revisión antes de zarpar, especialmente en relación al estado general de la embarcación.
Prevenir posibles fallos estructurales o mecánicos aumenta la seguridad. Una embarcación de recreo es, en la mayoría de las ocasiones, mucho más complicada que un automóvil y necesita mucha más atención. El movimiento constante y los impactos sufridos durante la navegación e incluso en el propio amarre, la salinidad, la intemperie, el desgaste y los largos periodos de inmovilidad afectan a la estructura de las embarcaciones, a sus equipos y a su sistema de propulsión.
Después de una inmovilización prolongada o de haber pasado por una navegación dura es recomendable realizar las siguientes revisiones.
Revisar el casco y la existencia de golpes o grietas.
Comprobar la estanqueidad de los portillos y escotillas, así como los mamparos interiores en busca de fisuras o deformaciones.
No consentir nunca la presencia de agua, sola o acompañada de hidrocarburos en la sentina. En el caso de que aparezcan hay que buscar su procedencia y secar totalmente la sentina con esponjas y trapos.
Eliminar cualquier residuo sólido en la sentina que puede obstruir la bomba de achique cuando más falta haga.
Revisar la estanqueidad de las válvulas de fondo, toma de agua de mar para la refrigeración, estado del filtro de agua salada, desagües de sanitarios, fregadero, y cualquier pasacascos como los de la corredera, sonda, etc.
Anudar a cada válvula un espiche cónico de madera hecho a medida por si es necesario taponar con urgencia.
Revisar los manguitos y tuberías de agua salada y dulce, reforzando el número de abrazaderas y comprobar que estén bien apretadas.
Revisar y engrasar los prensaestopas del paso de la hélice y de la mecha del timón.
En las embarcaciones a vela, repasar el estado general de .la cabullería y del velamen, sustituyendo los cabos deteriorados. Comprobar la integridad y la tensión correcta de estays y obenques.
Y por último revisar el sistema eléctrico, especialmente la existencia de enchufes oxidados, cables pelados o tostados.
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